viernes, 14 de octubre de 2011

Análisis musical


Lady Gaga: el talento más allá de la polémica



Nosotros somos la multitud
somos los próximos en salir.
Lady Gaga, Paparazzi



Por: Roberto Espinales

Dejarse atrapar y someter por la música y puesta en escena de Lady Gaga no es difícil, bastan las letras que hablen de amor, sexo, moda, diversión, pero asumidas desde una particular perversidad infantil, porque eso es Gaga: una perversa dama que juega y se divierte con hombres y mujeres, con la condición banal y lo efímero del espectáculo. Entendió cómo llegar a las masas y desde entonces no ha parado.

Lo que dice y hace es provocación
La trasgresión desde la música pop del nuevo siglo tiene un nombre: Lady Gaga, una artista que ha logrado fusionar acertadamente la música y la imagen, porque su obra no podría considerársela únicamente desde lo musical, ella es más ella cuando es presencia y ruptura: movimiento, vestimenta y aptitud.
Ya Madonna, en los ochentas, causó revuelo y polémica, lo que visibilizó su propuesta, hoy Gaga es una pupila (ha reconocido la influencia de esta y otros artistas pop) sobresaliente que poco debe a sus antecesores. Su obra ha roto muchos de los esquemas que solistas del pop asumieron, desde entonces nada ha sido igual. Y es que Gaga es el monstruo frente a todos ellos, el ser travestido que mediante lo no convencional alucina y acierta, el que hasta la fecha sea la artista que más ha vendido su música digitalmente proyecta su éxito.
Se trata de alguien que no descubrió nada nuevo, si no que focalizó los elementos precisos capaces de provocar un rechazo generalizado; ser la polémica, el ojo del huracán más atemorizante, ir contra corriente, lo que dentro de un mercado musical tan exigente y siempre en busca de sobresaltos, encaja a la perfección.




Material para voyeurs
Gaga asimiló, desde el inicio de su carrera (bailarina y modelo) que el cuerpo es la materia-objeto que el público ávidamente desea, por ello reunió, depuró y explotó todos los elementos para que esta atracción sea latente y destaque. Así sus movimientos y vestuario denotan una exposición constante y de claro y hondo enfoque hacia sus espectadores.
Y ha sido precisamente, dentro de su vestuario alucinado, el recurrir constantemente al látex y cuero como parte de una estética erótica, con la que reafirma su singular propuesta escénica (porque ha sido evidente la depuración y detalle en cada movimiento y postura asumida).

La artista más allá de la polémica
Sí, Gaga es polémica, en lo que dice, hace, viste y demuestra en público, pero su obra no depende del escándalo, se mantiene por lo que es: arte estrambótico y antiestético, que ha demostrado al público, los medios y la crítica, que la sensibilidad desde otro punto de vista puede y es realizable.
Es rara e impactante, radical y perturbable, pero gracias a este impacto se ha posicionado, y esto le da la garantía de que el llevar un vestido hecho de carne o disfrazarse de huevo, no sean asumidos como una mera figuración, si no como la necesidad expresiva y camaleónica distintiva.



Gaga, dentro y fuera del escenario
Lady Gaga, desde su adaptación completa y confirmación de su obra total, no se ha contradicho. La música es su trabajo y negocio, el entretenimiento llevado a lo imposible, porque uno de sus grandes aportes, ha sido el ser una visionaria atrevida explotando la cotidianidad, pero desde un mundo ególatra e individualista, donde todos y cada uno de nosotros somos partícipes ayudantes de su popularidad.
Gaga es el absurdo (desde lo visual) llevado al límite más descontrolado, pero también es la protesta descarnada ante la cultura materialista y del consumo a la que pertenece y se debe, por eso su música es todo un compromiso, no a la moda, si no al entendimiento del arte en su riesgo y acierto.

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