viernes, 14 de octubre de 2011

Creación literaria


HÉCTOR HERNÁNDEZ MONTECINOS (Santiago, Chile, 1979): Licenciado en Literatura. Doctor © en Filosofía mención Teoría del Arte. Sus libros de poesía editados entre el 2001 y el 2003 aparecen reunidos en [guión] (LOM: Stgo, 2008; Marick Press, Detroit, 2009, en inglés) y [coma] (2ª ed. LOM: Stgo, 2009) comprende su trabajo poético del 2004 al 2006. Además han aparecido los siguientes libros antológicos de su extensa obra: Putamadre (Zignos: Lima, 2005), Ay de mí (Ripio: Stgo, 2006), La poesía chilena soy yo (Mandrágora cartonera: Cochabamba, 2007), Segunda mano (Zignos: Lima, 2007), A 1000 (Lustra editores: Lima, 2008), Livro Universal (Demonio negro, Sâo Paulo, 2008, en portugués), Poemas para muchachos en llamas (RdlPS: Ciudad de México, 2008), La Escalera (Yerba Mala cartonera: La Paz, 2008), El secreto de esta estrella (Felicita cartonera: Asunción, 2008) y La interpretación de mis sueños (Moda y Pueblo: Stgo, 2008). Desde el 2008 reside en México donde da talleres, conferencias y es editor del sello “Santa Muerte cartonera”.

AUTORIZADO A LA INVISIBILIDAD
Me obligo y escribo
para no perderme el momento de las heridas
sobre el libro de los desórdenes,
que destruye páginas en mi cráneo
metiéndole aire a la acrobacia
de tirarse al vacío
con un lápiz entre sus dedos
aunque la noche y su hondura
sean una estrategia para la ruptura
que significa acarrear palabras
y alejarse a terminar un patio de piedra
donde uno y otro se leen
en la extrañeza de lo propio y lo ajeno,
como los rubíes y la sangre.
Lectura de dos ojos
de dos manos
en dos creo más que en mí
dos hemisferios norte y sur del deseo;
el poema es soledad
pero nunca está solo,
los músculos de la necesidad se ejercitan
sin que uno se dé cuenta,
cualquier dolor es la excusa
para un dolor mayor que se nos estaba olvidando.
Cerrar el libro y declinar
para que la muerte resuelva todo
bajando la velocidad de los líquidos
que gotean por una escalera
ubicada entre mi cerebro y mi autoría.
El papel es un temperamento
de una velocidad desconocida,
salir de aquí o quedarse con él
renunciando a todo lo que tenga nombre
porque las palabras son una trinchera
agazapada en la incertidumbre.
Permutación: país o casa
¿para qué definir?
Lo que se habla tiene toxinas
y moribundo es todo lo que se ha dicho,
lo que hay entre tú y yo
es un viaje por el lado equivocado
de todo lo que significa esconderse.
Se mira lo que se quiere
y se observa lo que se necesita
¿me ves aquí?



MIS MUÑECAS AÚN LLORAN
de gloria
escuché esa canción sobre las muñecas
y fue como pasar un vidrio roto sobre mi vida
casi me llegan hasta la altura de la mano
y nadie las ve
mi herida es un retrato
mi herida es un retrato de donde nací
como que quise vivir todo de nuevo
desde los diecinueve años en adelante
cada noche al escribir me acompañan
pero mis muñecas también están solas
esperando que alguien nos salve
nuestro destino se lee en cada una
de las líneas que une a una estrella
y la otra
como espacios vacíos en el mar
mis heridas sólo se detuvieron
en el agua salada
y el azul fue mi color favorito
y también imaginario como el cielo
hice señas con mis muñecas ensangrentadas
en la blanca pared y el piso
para que todos las vieran
parecían palabras
eran una reescritura
pero mis muñecas no saben leer los gestos
antes usaban reloj
después se los comían
una vez me taparon los ojos
y lloré como nunca
hasta que se hizo de noche
esperando a alguien
que aparecía en varias páginas más adelante
de mi libro
esas páginas flotan sobre el mar
no como un barco
sino como la muerte esperando
a venir y llevárselo todo
para que yo sea más feliz que antes
de empezar a escribir


EL SILENCIO DEL PARAÍSO INCÓGNITO
A Miguel Ildefonso, su reescritura

Se respira por las alas abiertas contra el océano
y se puede ver todo cuando los ojos son arrojados
sobre cualquier naufragio
tanto de barcos como de islas,
nombres propios o el mismo sol,
desiertos, caballos, vergeles, estrellas.
Todo lo que puede morir puede ser visto
como este río solitario con forma de calle
cuyas olas voltean a los automóviles
y sus peces son envases de gaseosa
arrojados en todas direcciones.
Caminamos por esta ciudad fantasma,
incrustada en nuestros cuerpos como una espina
de punta a cabo,
mírala bien con todos sus rencores
llena de hongos en sus deseos
- salud por ella - dijimos,
chocamos los huesos de nuestras manos
y el suelo se llenó de ellos.
Las piedras refulgían como brújulas
en esta noche llena de escaleras
atadas las unas con las otras
para que la gente pueda ver
los barcos invisibles que recorren la ciudad
y las gaviotas muertas sean el coro último
arrastradas río abajo, devoradas por los ratones;
cuando termines de fumar
salgamos a decirles a todos
que nada tenemos,
a lo sumo latidos, piel y sombra.
Aquí nuestra soledad zumbando los oídos
meciendo burlona y nacional
sus dedos contra los bosques y selvas fluviales
donde los hombres creen ver árboles y plantas,
pero en realidad son costillas y fémures
de dioses con rostros de estaciones del año.
Este cementerio del futuro que es mi país,
clandestino y público,
cada vez es más sombrío,
las bestias se pelean las migajas del poder
arrojadas al suelo con soberbia ubicua
y ni las orugas quieren nacer aquí
por miedo a convertirse en murciélagos.
Yo no sé qué pasó,
desde cuando mi país se fue a la mierda,
recuerdo las avenidas llenas de sueños
cuando ni el tedio ni la envidia existían
entre la vida y los poemas,
en síntesis, los versos fueron más lejos
y están anunciando algo que se dirá en un tiempo más,
en efecto, todo está ahora
los estremecimientos y los suspiros
bajo el peso de este lápiz
junto a la rotación y la traslación
de flores para vivos y muertos
que ya comparten su goce,
su contrición
y todo aquello que pueda ser llenado con ceniza.
Mi mano está cansada y tiembla de tanto escribir
parece de piedra o barro,
creo que está empezando a morirse
y ya repite las mismas palabras
una mirada, una pasión, una luz, una voz,
una fruición, una senda, una vida,
una lágrima,
ya no me aferro a mi cuerpo
el naufragio me salvará y no despertaré,
el amanecer no promete nada mejor,
pero incluso así
abriré mis ojos una vez más,
una vez más para poder mirarte
y agradecer el hecho que aún no esté muerto.





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